Al hablar de futuro, se habla de un supuesto.
Al hablar de futuro se habla de algo que no existe.
Al hablar de futuro, se especula.
Nadie sabe qué pasará en los días venideros.
Lo más que se puede esperar es que sea como el presente de
personas que tienen mayor edad.
Entonces el yo psicológico dice:
“Yo no quiero padecer la vejez como la de fulanito”
“Yo quiero tener un buen fondo económico como menganito y
ser feliz”
Claro la miopía intelectual no puede menos que suponer que
aquellos que juzgan, tal vez no viven como la apariencia da a pensar, pero
igual el yo psicológico se hace ilusiones.
Lo cierto es que se esmera la ambición en tener varios
trabajos y un mejor ingreso para un mejor mañana.
Lo cierto es que la codicia se afana en educarse para lograr
el tan anhelado fondo económico, lograr un mejor sueldo, una mejor jubilación.
Lo cierto es que la avaricia es tacaña hasta consigo misma
para aumentar sus ahorros.
Lo cierto es que la inseguridad busca el mejor seguro de
vida.
La realidad ha demostrado que a pesar de tener mucho, una
enfermedad imprevista, acaba con todo.
La realidad ha demostrado que a pesar de educarse mucho, el
empleo de ensueño no llega.
La realidad ha demostrado que a pesar de tener el mejor
seguro una firma incorrecta da al traste con tanta inversión.
Mientras tanto y a lo mejor, aquel desamparado fulanito que
la ambición desmedida tildo de pobre, porque claro está no existe tal condición
humana sino para la ambición, termina sus días regocijado entre sus seres
queridos y con grandes distinciones de una labor hecha con amor y derecho.
Puede ser como no puede ser. Recordemos que estamos hablando
del futuro y por tanto especulamos.
Entonces en donde radica la certeza de mejores momentos.
No decimos mejores días, ni mejor futuro, ni mejor mañana,
porque nos enredaríamos en la misma visión utópica del profano incauto que
piensa que puede labrarse un horizonte mejor, desestimando la propia perfección
del mismo momento en el que vive al pensar
tal desfachatez.
No.
Mejores momentos….mejores momentos…!
En virtud de aquello, claramente podemos establecer que los
mejores momentos son los que hemos vivido en consonancia con los eventos
exteriores como bien establece Samael Aun Weor en su libro de Psicología Revolucionaria.
Es claro y diáfano.
Para lograrlo estuvimos en pleno uso de nuestra conciencia y
no permitimos que los yoes psicológicos se adueñaran de tales circunstancias.
He ahí la solución.
El trabajo sobre sí mismo.
Conocerse y transformarnos es la maravillosa clave para que
la vida nos sonría definitivamente.
Si muere en nosotros la ira, momentos de serenidad y
tolerancia para nosotros a partir de ese instante.
Si muere la ambición, momentos de abundancia y virtud para
nosotros.
Si muere el yo, momentos de conciencia y verdad y por lo
mismo de plenitud en nuestros actos del diario vivir.
Esa sensación exquisita de ser otro vale la pena y se
convierte en efecto transformador de sí y de la colectividad recurrente.
La conciencia no se enferma, no se corroe, no se marchita y
siempre será nuestra mayor alegría.
Atentamente
Erick Bojorque
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