miércoles, 2 de septiembre de 2015

¿Qué es la Paz?

La Paz...
Es algo desconocido para el ser humano actual.
No existe paz en ningún rincón del mundo, pues no se sabe cómo es, ni a qué sabe.









La paz que se pregona es algo contrario a la guerra. Se supone que es un estado superlativo en el que nadie tiene problemas ni nadie los causa. No existe en la paz la pobreza, rivalidad, dolor. Solamente existe en la paz, un estado de mansedumbre que un poeta lo afirmaría con un soneto maravilloso y una bailarina con un suspiro...Paaaazzzzz..! Pero, la realidad es que nadie la conoce, nadie la a ha visto, pues todos andamos buscándola, como algo inusual que debería estar ahí pero que jamás ha llegado, jamás. la historia de la humanidad así lo ha narrado. No ha existido paz, ni por un momento en la evolución-involución del ser humano. Las personas creen que la paz es ese lugar entre guerras, ese tiempo donde los cañones no abuchean, ese tiempo sin soldados; pero la verdad es que al igual que en el fragor del combate, en esos tiempos donde se dice existe la paz, el dolor y la muerte de la guerra están a la vuelta de la esquina, en las plazas, en los parques, en los hospitales, en el interior de la familias, en los lugares de trabajo, entre compañeros, entre familiares, entre ciudadanos. La paz dicha así, se rompe fácilmente con un grito, una mirada, una desavenencia. Estalla así la guerra, como si de un globo pinchado se tratara, como si fuera algo extraño, como algo que nunca pasara ni hubiera pasado. La realidad es que nunca existió la paz, nunca se abandonó el conflicto, nunca la mente de los partícipes la dejó, siempre estuvo la guerra fraguándose, armándose, preparándose para extenderse y mostrarse a sí misma por lo que es, una realidad palpable, monstruosa y siempre presente.

A la guerra, al conflicto los conocemos, sabemos cómo son y a qué saben. Sus aromas, sus colores, toda su apariencia. Se las conoce, de cabo a rabo. A la paz, no. Los artistas pintan la guerra, sus hombres destrozándose, sus mujeres en llanto, sus niños desgarrados, pero a la paz no se la pinta, no se le hace esculturas, pues nadie sabe cómo es. ¿Tal vez un apretón de manos, una sonrisa, una paloma?  Se sabe que va a haber guerra. Rumores soplan y no existe sino la afirmación de que así será. No es algo fuera de lo común, algo que no se contemple, es algo muy natural en la sociedad humana desde siempre. La guerra ya en proceso se vuelve un espectáculo del que todos participamos, físicamente o por información mediática. Todos estamos dentro de ella, pues aunque no estemos en la batalla, estamos a un lado u otro de las posiciones encontradas. Tenemos la capacidad de comentar, de analizar y de saber proyectar los resultados de la catástrofe. Somos expertos. Pero de la paz, nadie sabe nada, pues ella no vive sino en un instante decidor, en los momentos en los que se despierta para dejar la guerra.

La guerra es perenne. La batalla es de todos los días, mientras que la paz es instantánea. Ese instante en que decidimos dejar de ser guerreros es paz. Paz refulgente y deliciosa que de a poco se materializa en consciencia.

La paz se manifiesta de aquella manera, no oponiéndose, no siendo contraria a algo, no teniendo una postura, sin razón alguna. La paz es ese maravilloso instante en el que abandonamos la atadura de la costumbre de pelear, ese pleno momento entre momentos en que nos decidimos a soltar el garrote, ese majestuoso segundo de nuestra diaria vida en que nos permitimos dejar de gritar.

La paz no se busca, ni se encuentra. La paz no se toma ni se deja. La paz no es un regalo, ni es algo que podamos tener. La paz no es poder ni es estancia. Tampoco es un país, una región, ni un estado emocional. Es un instante. Ese instante en el que el conflicto ha dejado el lugar que siempre tuvo para desaparecer.

¿Buscas la paz? No la encontrarás...
¿Quieres la paz? No la tendrás...

Así como la mente la describe no existe.

Una fuerza tan maravillosa solo puede ser vivida y manifestada.

De esta manera la paz, ese punto matemático en el que se deja de ser lo que siempre se ha sido, es algo muy íntimo y valioso. No podríamos decir que exista entonces la paz mundial, como si fuera de tenderse las manos. Eso es una utopía gigantesca. Debería existir ese momento siempre y para todos. Un instante de auténtica transformación de la humanidad entera lo que es a luces claras una aberración del pensamiento. Lo adecuado es vivir la paz en sí mismo de instante en instante.
De aquella paz nacerá algo que podrá cambiar la guerra.



Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño


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