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lunes, 18 de agosto de 2014

La Maldad de Dios.

Todo pensamiento acerca de Dios esta equivocado.
Toda idea de Dios es errónea.
Todo sentimiento hacia Dios es fallido.
Todo lo que se cree de Dios es definitivamente algo que debe ponerse en duda.
El mismo hecho de escribir sobre Dios es una mentira, una falsedad.








Saludos cordiales.


Algunos dicen que Dios ha de ser bueno y rechazan la maldad. Viven la vida confundidos entre premios y castigos. Quieren la vida color de rosa y tildan de oscuro, nefasto, doloroso, lo que no es así.
Otros dicen que Dios es malo, pues ven la destrucción en lo externo y creen en ella más que en Dios mismo. No pueden pasar más allá del miedo a vivir.

Todos especulamos sobre lo que ocurre y tratamos que nuestra mente ordene, entienda y raciocine los acontecimientos. Por un momento esto funciona, pero un mal paso, un hecho no esperado, da al traste con todo lo planeado y nuevamente caemos en la incertidumbre. Las teorías se desvanecen desatándose la necesidad de otras de ellas. Fácil es de ver la acción de la ciencia materialista al respecto.

Las múltiples ideas de Dios no son sino la imperiosa necesidad nuestra de poner orden en lo que no sabemos sino entender como un caos.

La mente siempre quiere rutinas. Busca por todos los medios planificar al detalle los instantes y los divide en pasados, presentes y futuros.

Todo debe ajustarse a ellos.

Se nace y se teje un pasado. Se espera un futuro que jamás llega y se entrelaza presentes como si no existieran.

Mientras más detalles mejor, dice la mente, pero nunca acaba de entender que encubre su temor y desdicha, la desdicha de querer ser mente y no vida.

De esta forma se enfrenta a Dios. Si se ajusta a lo que pensamos, entonces es bueno y maravilloso. Si se aparta de nuestra esperanza, entonces es malvado y nosotros hemos obrado en mal.

Las distintas religiones, maravillosas todas, intentan saldar cuentas entre la mente y Dios y muestran senderos imposibles de ver por la humanidad. Pero al ser pensamiento en su misma manifestación humana, la gente tiende a convertirlas nuevamente en procesos mentales y pierden su esencia, como cuando le llaman al despertar y uno dice "ya" y sigue durmiendo. Se da el llamado, pero el placer de lo que queremos nos impide dejar el anterior estado.

Tratar de entender a Dios, de catalogarlo, de esperanzarse en él, es una utopía, un irreverente sin sentido.

Querer que todo esté ordenado según nuestro orden es mitomanía.

Basta con mirar la naturaleza nomás y su devenir. Es un brutal acontecimiento salvaje, selvático, de comer y ser comido; ¿por qué nuestra vida debería ser distinta?. ¿Por qué Dios habría de salvarnos de algo que es natural? ¿Por qué tratar de entender lo infinito con la mente humana que no alcanza ni a racionalizar matemáticas avanzadas?

La maldad de Dios existe...¿la has visto?...Es hermosa y está en un dorado atardecer, en la fuerza de un relámpago, y en el miedo que desatas en ti mismo.

Mejor, mejor es buscar y eliminar lo inhumano en nosotros y dejar que Dios sea.

Si se deja de lado lo aprendido, se pone en duda nuestra existencia y con ello se puede acceder con facilidad a un estado receptivo de observación que desate nuestra conciencia; es decir en vez de profanar la situación con razonamientos sobre la acción de Dios, llenamos el momento de vivencia en el presente y observamos lo que ocurre.

¡Vivir el momento! ¡Vivir a Dios!


Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño


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