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domingo, 14 de abril de 2013

Dejar de Buscar a Dios...!


Llamarse buscador es osado…
Llamarse amador de la verdad es arrogante…
Llamarse a encontrar a Dios es decepcionante…







Saludos cordiales.

¿Qué quiere para mí?
¿Dónde está?
¿Muéstrame tu presencia?
¿Quiero encontrarte?
¿Cuál es tu intención conmigo?
¿Qué quieres para mí…?

Preguntas que latigan el corazón del sufrido amador de Dios.
Latigazos que encierran duda y desesperación.
Arrogancia en todo el sentido de la palabra.

¿Quién busca?
¿Quién quiere respuestas?
¿Quién se empecina en encontrar lo que existe?

Solamente el yo psicológico con sus argucias reclamaría pruebas al creador…
Solamente el yo psicológico pediría la presencia divina…
Solamente el yo psicológico desgarraría sus vestiduras para saber lo que Dios quiere para si.

No existen respuestas porque no son las preguntas.
No existe respuesta a algo que está en todo.
No existe respuesta a la perfección de cada instante, de cada momento.

El yo se empecina en la maldad y en el bien.
El yo quiere las cosas a su modo a su despecho.
El yo quiere que la divinidad le diga que es importante.

Pues, no lo es.

Buscar a Dios, pedirle respuestas es arrogancia.
En la búsqueda hay conflicto.
En el conflicto, dolor.

Diferente es la serenidad del momento.
Distinto es la aceptación.
Diametral es observar.

Observar la gracia de Dios es gustar de la vida.
Observar la gracia de Dios es encontrar lo perfecto.
Observar la gracia de Dios es penetrar los secretos.

Aferrarse al yo psicológico no conduce sino al grito desesperado del sufrimiento, de la tacha, de la inconformidad, de la discriminación, de la decepción.

Aceptación es el principio.
Dios es todo y todos es lo siguiente.
La perfección de cada acto lo posterior.

Pregúntese…: ¿Quién busca a Dios y pide respuestas?


Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño

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