Ciertamente un koan
es una expresión muy utilizada.
Muchas personas
manifiestan sus ideas a partir de un koan.
Un koan es la respuesta a sus íntimas inquietudes o la salida ante la incertidumbre, pero no esa su aplicación.
El koan se constituye en un frase, una pregunta o una paradoja que deja sin piso al intelecto.
Cuando un koan es planteado entonces el interlocutor, el estudiante, el discípulo, no tienen argumentos.
- ¿Qué hay más haya de Dios?
- ¿Si no existiera Dios que existiría?
- El árbol no deja ver el bosque.
- Parado en una tabla...¿cómo la moverías?
- ¿Qué hay en la nada?
- ¿Qué hay más allá de la muerte?
- ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos?
- Vivir para morir.
- Para pescar..hay que lanzar el sedal.
Solamente la conciencia actúa cuando la mente detiene su acción a través del intelecto.
En ese momento la luz aparece ante tus ojos, no por que no estuvo ahí, sino porque la pared de los pensamientos múltiples que impedían su manifestación se desvanece.
Al descansar la mente en su inútil batallar, la conciencia despierta y se da la succión de la comprensión.
Cuando un discípulo llega al maestro con un problema, éste lo encuentra lleno de pensamientos que constituyen la base de su preocupación. Una gigantesca gama de sufrimientos que son la causa misma de las fantasías de su intelecto y a la inversa. Entonces el maestro plantea un Koan, aquella frase que no tiene sentido, que no tiene intención alguna, que no se refiere al problema en sí, pero que tiene esa capacidad de silenciar el mundo mental del discente, que logra silenciar los pensamientos, que acaba con el batallar de los opuestos. Entonces en él, en el seguidor adviene la solución, la verdad, la real manifestación del ser.
El golpe del koan se ha producido.
La conciencia ha despertado.
Esa es la agilidad y la virtud de un Koan.
No es solución, no es retórica, no es guía, no es una forma de vida, no es sentencia ni es un refrán. No precisa entendimiento ni comprensión. No requiere respuesta. Solamente es un golpe, un golpe conscientivo que silencia la mente.
El Koan golpea al yo psicológico causante del bullicio mental, lo derriba para que la esencia pueda ver la conciencia en ese momento.
Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño