En el momento que te rindes…
En el momento que dejas el desear…
En el momento que comprendes tu nadidad…
El milagro…LA GRACIA DIVINA.
La mañana empezó temprano.
El viaje era largo y llovía.
Llevaba recorrido varias centenas de kilómetros.
Pensaba en lo que desayunaría al llegar a
casa.
Un estofado caliente de pollo acompañado de
papas y huatita con ají picante machacado.
Hum….!
No terminaba de pensar en ello cuando un
camión que venía en sentido contrario al mío invadió el carril por donde
circulaba. La velocidad y tal vez el cansancio hicieron que el conductor aquel
no pudiera frenar a tiempo. El vehículo derrapo cubriendo completamente la
calzada. El accidente fue inevitable.
De la nada había pasado de viaje placentero
a tragedia en la carretera.
No podía creerlo, pero estaba bien y
completo.
Lo mismo el otro conductor, que trato de
fugar.
Había empezado el calvario.
La policía, los vivos, los incumplidos y
los inocentes lobos, no tardaron en aparecer.
Qué cosas..?
Lo cierto era que el vehículo en que
viajaba estaba destrozado en los patios de la Agencia Nacional de Tránsito y mi
corazón desobligado. No era mi auto sino de mi padre.
Sabiendo el cómo se manejan estos casos en
el lugar, no esperaba sino juicios y problemas.
No podía esperar que esto ocurriera. No
esperaría que un acto generoso de mi padre, se convirtiera para él en una
desgracia. No.
Tenía que asumir los gastos, costare lo que
costare. No me importaba que los causantes de la tragedia en sus muchas
alegaciones, trataran de esquivar sus autenticas responsabilidades.
Lo había decidido ya. No me quedaba más
remedio.
En ese instante pedí valor a la divinidad y
la puse como testigo de ello siempre con la esperanza en Dios.
Sentí que hacía lo correcto. Frescura y
tranquilidad me invadieron.
Los días pasaron.
La situación era agobiante.
La nadidad de uno es latente cuando el ego
es enfrentado a lo incontrolable.
Pero…cuando uno se rinde el milagro ocurre.
Una llamada. Un telefonazo y las cosas se
arreglaron. LA GRACIA DE DIOS.
Los corazones se ablandaron y los
responsables se hicieron cargo.
Si mi persona no se hubiera rendido, si
hubiera seguido mi instinto, mi miedo, entonces los tribunales y la pena
hubieran sido mi derrotero.
Cuando el ego cae doblegado ante la fe en Dios…SU
GRACIA SE HACE PRESENTE.
Atentamente
Erick Bojorque
2 comentarios:
Precioso relato Erik. Un abrazo
Saludos cordiales.
María Luisa.
Muchas gracias mi querida amiga.
Atentamente
Erick Bojorque
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