Una persona es lo que es su esencia. ¿Usted sabe cómo es ella, su esencia?
La esencia es lo más bello en nosotros, lo que verdaderamente somos, la chispa divina; así lo explica Samael Aun Weor en su Psicología Revolucionaria. De la esencia poco conocemos pues ella se manifiesta como dice el Maestro hasta los primeros cinco años de edad. Es lo que hace, dice el Maestro, al bebe tan hermoso y maravilloso. Luego de eso, la esencia deja de crecer y desarrollarse para ser embotellada en los variados defectos o yoes psicológicos. Entonces nace la personalidad y se desarrolla el carácter. La belleza en nosotros queda así oculta y desconocida. En la edad adulta es muy sencillo conocer al yo, al ego y muy difícil y hasta imposible reconocer a nuestra esencia. Las constantes preguntas de ¿quiénes somos? ¿de dónde venimos? ¿para qué vivimos? dan claras muestras de ello. Más sencillo es saber lo que no queremos ser, que lo que realmente somos. Cosa tan importante esto último. Si una persona encuentra quién es, encontrará su vocación, su inspiración, encontrará la asertividad de seguirse. Muchos ni siquiera se preguntan por esto, su condición es tan alarmante que como dice el Maestro "ni siquiera saben que no saben", y por tanto la razón de su existir se limita a la materialidad de nacer-crecer-multiplicarse y morir, sin haber tenido la idea de por qué fue todo ello.
Pero, ¿cómo se manifiesta la esencia? ¿existe alguna manera de verla o percibirla?
Nos remitimos entonces a lo que dice el Maestro. Si un niño, un bebé es la viva manifestación de la esencia, entonces deberíamos ver su actuar para, por deducción, encontrar las maneras mediante las cuáles podemos contactar aunque sea por un instante con nuestra verdad interior, con nuestra esencia. Entonces revisando el comportamiento de un pequeño desde el momento de su nacimiento y hasta los seis meses, vemos que lo primero que hace en la vida es observar, mirar todo lo que gira a su alrededor con la simple certeza de conocer. Observa todo y a todos. Luego y no en secuencia, escucha. Escucha, así mismo, con extrema atención el tono de voz de su madre, de su padre, de los que le rodean, del ambiente en el que ha nacido. Escucha. Llegado el momento y en uno de los instante más maravillosos del ser humano, su expresión se dilata, sus ojos brillan y por fin sonríe. Sonríe y el mundo se ilumina con la fuerza de un rayo. Todos caen fulminados de alegría al verlo. Maravillas de Dios. La Esencia misma en su apogeo. A partir de esto, el bebe abraza y aprieta la mano. No hay cosa tan bonita como dejarse estrechar la mano con la de un bebé o tan solo un dedo por supuesto. Tenemos entonces cinco maneras en las que podemos ver nuestra esencia manifestarse:
- OBSERVANDO
- ESCUCHANDO
- SONRIENDO
- ABRAZANDO
- ESTRECHANDO LA MANO
Poniendo atención y viviendo el instante, podemos mediante estas cinco maneras conocer nuestra esencia, tener contacto con ella. Son prácticas bonitas que las podemos realizar todo el día y a cada instante. Si mostramos nuestra esencia, entonces el mundo mostrará la suya.
Esto en un principio, pero quiero dejarles una practica adicional muy bonita también, para llegar en meditación hasta nuestra querida y amada esencia interior, eso que realmente somos, eso que es el elixir de la sabiduría.
PRACTICA
- Cómodamente sentados, cerramos los ojos y respiramos conscientemente; es decir inhalamos y exhalamos intencionadamente.
- Autoobservamos nuestro cuerpo físico, sus dolencias, sus carestías, sus incomodidades, y descubrimos que no somos el cuerpo físico, que somos algo distinto, que somos algo que se puede separar de él y lo hacemos.
- Luego, autoobservamos nuestros cuerpos etéricos, nuestras relaciones, con nuestros padre, hijos, familia, amigos, compañeros; con nuestros trabajos, labores, aficiones y descubrimos que no somos el cuerpo etérico, que somos algo distinto, que somos algo que se puede separar de él y lo hacemos.
- Luego, autoobservamos nuestro cuerpo emocional, nuestros deseos, nuestras emociones, nuestras apetencias, nuestras alegrías, tristezas, penas, angustias, desesperaciones, miedos, inseguridades y descubrimos que no somos el cuerpo emocional, que somos algo distinto, que somos algo que se puede separar de él y lo hacemos.
- Luego, autoobservamos nuestro cuerpo mental, nuestros pensamientos, nuestros imaginarios, nuestras ideas, proyectos, elucubraciones, fantasías, canciones psicológicas, comentarios, conceptos, juicios, sentencias y descubrimos que no somos el cuerpo mental, que somos algo distinto, que somos algo que se puede separar de él y lo hacemos.
- Luego, autoobservamos nuestro cuerpo volitivo, nuestras voluntades, lo que queremos, lo que nos impulsa como por ejemplo el querer la riqueza, la salud, el viajar, el mejorar, el cambiar, el trascender, el prepararse, el triunfar, la fama, la gloria, la aventura y descubrimos que no somos el cuerpo volitivo, que somos algo distinto, que somos algo que se puede separar de él y lo hacemos.
- Luego, autoobservamos nuestro cuerpo espiritual, nuestros anhelos. Anhelo de felicidad, de paz, de autotransformación, de autodesarrollo, de serenidad, de meditar, de plenitud, de comunión con Dios, de libertad y descubrimos que no somos el cuerpo volitivo, que somos algo distinto, que somos algo que se puede separar de él y lo hacemos.
- Llegado a este punto, superando todas la etapas del alma humana, simplemente observamos y dejamos que la esencia se manifieste. Ella, luego de que los cuerpos han dejado de estar por lo menos en un instante de estar manipulados por el yo psicológico, utilizará esos mismos cuerpos ya como es lo adecuado y mostrará imágenes o sensaciones que nos llevarán a la verdad.
Es esta una muy linda práctica que abre canales de manifestación para aquello que es lo más puro en nosotros como dice el Maestro Samael Aun Weor.
Atentamente
Erick Bojorque Pazmiño
No hay comentarios:
Publicar un comentario